EL FANATISMO
Mis breves palabras de hoy
tratan sobre un tema que debería alarmarnos y ser motivo de profunda reflexión:
el fanatismo.
La proliferación de los
fanáticos (y, por supuesto, de las fanáticas) indica que transitamos tiempos
oscuros con poco espacio para todos aquellos que confían en el razonamiento y
el diálogo.
Porque no es cuestión de
justificar los fanatismos como actitudes de apasionamiento circunstancial y
extremo, cuando en realidad son comportamientos irracionales y prepotentes sin
más. Da lo mismo que los motivos sean un deporte competitivo, doctrinas
religiosas, ideologías o personajes políticos, morales, objetos útiles o
inútiles, patrias, comidas o regímenes dietéticos, paradigmas pedagógicos,
fobias, tecnologías, machismos o feminismos, irrefutables certezas científicas,
músicas, estéticas, palabras, sexo, ideales y mil motivos más, propicios para
transformarse en objetivos de fanatismos implantados, de manera burda o sutil,
por las modas de los intereses económicos globales.
Porque los fanatismos no
se generan solos, del mismo modo que los fanáticos y las fanáticas son premeditadamente
modelados para actuar al servicio de propósitos que poco tienen que ver con el
entusiasmo colectivo espontáneo.
En cualquier caso, un
individuo comienza a ser fanático cuando decide, por ejemplo, que sus ideales
son los únicos auténticos que debe practicar, defender e imponer por todos los
medios a su alcance. A partir de este momento, renuncia a cualquier
objetividad, a cualquier sentido crítico, y se entrega ciegamente a su fanática
causa que no entiende de razonamientos sino que únicamente puede proceder de
planteos rígidos e inamovibles.
Lo infalible no existe, la
perfección que en tantas ocasiones se pretende alcanzar, tampoco. Posiblemente
el fanatismo sea miedo a pensar por sí mismo,
miedo a cuestionarse y reflexionar. Miedo al sentido final de la vida
que no podemos dilucidar. Miedo al silencio fundamental que carece de
respuestas.
Una turba de fanáticos
dispuesta a enfrentarse con otra turba de fanáticos, ambas defendiendo a palos
sus absolutas verdades, ha sido a lo largo y ancho de la historia humana
sinónimo de brutalidad, dolor y retroceso evolutivo. Sólo el diálogo
constructivo y responsable nos permitirá crear un mundo mejor. Sé que mis
palabras, considerando la realidad que nos circunda, pueden sonar a falso
idealismo, a utopía irrealizable… ¿Será que sólo nos resta aceptar pasivamente
la peor mediocridad y renunciar a luchar con creatividad e imaginación por las
transformaciones?
Hoy he elegido para
destacar la ciudad de AUROVILLE, fundada por MIRRA ALFASSA, también conocida
como “la madre” (París, 1878- India, 1973), en Villupuram, India, bajo el amparo de la UNESCO, en
1968.
AUROVILLE es una ciudad
universal en la que hombres y mujeres de todas las nacionalidades, culturas y
religiones conviven en unidad, paz y armonía.
La arquitectura
experimental, el reciclaje, el uso de energías renovables, la agricultura
ecológica con una producción propia para el autoconsumo (cereales, hortalizas,
frutas, leche), son objetivos prioritarios de una comunidad en la que no se
utiliza dinero sino que la economía funciona a través del trueque, y en la que
la organización social y la justicia la ejercen los residentes más adultos y
experimentados.
MIRRA ALFASSA, la
fundadora de AUROVILLE, consideraba que debería haber en la Tierra un lugar que
ninguna nación pudiese reclamar como suyo; donde todo ser humano de buena
voluntad pudiera vivir libre como ciudadano del mundo; un lugar de paz, de
concordia y de armonía donde todo instinto de lucha fuera usado para vencer
sufrimientos y miserias, superar debilidades e ignorancias y triunfar sobre las
limitaciones y las incapacidades; un lugar donde prevalezcan las necesidades
del espíritu sobre lo material.
AUROVILLE: una comunidad utópica
que se va haciendo realidad lentamente; inevitablemente imperfecta, abierta a
los cambios y las transformaciones, intentando nuevas formas de convivencia.
Marcos Ana
El autor que he elegido
hoy es el poeta español MARCOS ANA (Fernando Macarro Castillo, Alconada,
Salamanca, 1920 – Madrid, 2016). Encarcelado entre 1939 y 1961, fue el preso
político que permaneció más tiempo en las cárceles del período franquista
(liberado gracias a las gestiones de Amnistía Internacional), donde escribió la
mayor parte de su bella y conmovedora obra poética, centrada en su
confinamiento y sus anhelos de libertad y justicia.
Paradojas del destino y
contradicciones de la política: MARCOS ANA, ya en el final de su vida recibió,
en 2009, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo otorgada por el gobierno de
España; en 2010, el gobierno vasco le entregó el premio de Derechos Humanos
René Cassin; y por último, en 2011, fue distinguido por el Consejo de Ministros
de España con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
Mi vida,
os
la puedo contar en dos palabras:
un
patio y un trocito de cielo
por
donde a veces pasan
una
nube perdida
y
algún pájaro huyendo de sus alas.
AUTOBIOGRAFÍA
Mi
pecado es terrible;
quise
llenar de estrellas
el
corazón del hombre.
Por
eso aquí entre rejas,
en
diecinueve inviernos
perdí
mis primaveras.
Preso
desde mi infancia
ya
muerte mi condena,
mis
ojos van secando
su
luz contra las piedras.
Mas
no hay sombra de arcángel
vengador
en mis venas:
España
es sólo el grito
de
mi dolor que sueña
TE LLAMO DESDE UN MURO
Oye,
hermano, te llamo desde un muro;
clavado
entre unas piedras
donde
las sombras hacen su nidada.
Hablo
desde la pena.
Entre
los huesos mismos del dolor te llamo.
Mi
voz, como esas hierbas
que
en la ranura de una roca crecen,
se
ha mantenido pura:
no
escupió a su bandera,
ni
doblegó sus hombros,
ni
ha mentido canciones,
ni
se pasó al Oscuro.
Veinte
veces cruzó la primavera,
y
mis alas en un cepo atrapadas,
y
el ardor de mi sangre entre cadenas.
Pero
hoy mi voz –sin llanto– te reclama;
mi
lengua es una herida que flamea,
como
un pájaro ardiendo en tu ventana.
Ni
un día más, amigo. No consientas
este
tropel de muros obcecados;
tanta
luz sin salida, tanta puerta
cerrada
ante mis ojos.
Mi
corazón te espera,
aguarda
a tu palabra, y en los muros
como
un río apresado se golpea.
¡BUSCAD
ACERO!
Aún
es de sueño la llave,
y
sólo aroma la puerta.
¡Amigos,
buscad acero;
forjad
la llave maestra
con
la voz del pueblo entero!
La
llave de la amnistía,
para
el corazón del hombre
prisionero
en la agonía.
Aún
es de viento la llave,
y
sólo silba en la puerta,
¡Amigos,
buscad acero;
forjad
la llave maestra
con
la voz del pueblo entero!
La
llave de la amnistía,
para
el alma que florece
llanto
en el revés del día.
Aún
es de llanto la llave,
y se
derrama en la puerta.
¡Amigos,
buscad acero;
forjad
la llave maestra
con
la voz del pueblo entero!
La
llave de la amnistía,
que
de par en par nos abra
los
campos de la alegría.
HASTA LAS PIEDRAS
La
piedra silente llora;
el
muro cerril, el hierro
de
los cerrojos, las losas.
Las
cadenas, ya gastadas,
sus
eslabones deshojan.
Hasta
el carcelero siente
un
alma bajo su ropa.
(Pero
hay un reloj terrible
que
estanca sus negras horas
con
odio y sangre en la esfera
sin
alba de sus mazmorras).
La
vida entera nos llama.
Vierten
lágrimas las rocas.
Se
abren las casas. Esperan
en
los umbrales mil rosas.
¡Nuestro
amor reclama el niño
con
su voz de tiernas hojas!
La
libertad va dejando
de
voz en voz, clamorosa,
los
resplandores de un grito
como
una estrella en la boca.
(Pero
hay un reloj terrible
–ciego
Caín sin aurora–
que
en su noche de odio y sangre
sigue
estancando las horas.
Guadañas
son sus agujas
en
un cadalso de sombras).
¿LA VIDA?
Decidme
cómo es un árbol.
Decidme
el canto de un río
cuando
se cubre de pájaros.
Habladme
del mar, habladme
del
olor ancho del campo,
de
las estrellas, del aire.
Recitadme
un horizonte
sin
cerradura y sin llave,
como
la choza de un pobre.
Decidme
cómo es el beso
de
una mujer. Dadme el nombre
del
Amor, no lo recuerdo.
¿Aún
las noches se perfuman
de
enamorados con tiemblos
de
pasión bajo la luna?
¿O
sólo queda esta fosa,
la
luz de una cerradura
y
la canción de mis losas?
Veintidós
años... Ya olvido
la
dimensión de las cosas,
su
color, su aroma... Escribo
a
tientas: “el mar”, “el campo”...
Digo
“bosque” y he perdido
la
geometría de un árbol.
Hablo,
por hablar, de asuntos
que
los años me borraron.
(No
puedo seguir, escucho
los
pasos del funcionario).
MI CASA Y MI CORAZÓN
(Sueño
de libertad)
Si
salgo un día a la vida
mi
casa no tendrá llaves:
siempre
abierta, como el mar,
el
sol y el aire.
Que
entren la noche y el día,
y
la lluvia azul, la tarde,
el
rojo pan de la aurora;
la
luna, mi dulce amante.
Que
la amistad no detenga
sus
pasos en mis umbrales,
ni
la golondrina el vuelo,
ni
el amor sus labios. Nadie.
Mi
casa y mi corazón
nunca
cerrados: que pasen
los
pájaros, los amigos,
el
sol y el aire.
MI CORAZÓN ES PATIO
La
tierra no es redonda:
es
un patio cuadrado
donde
los hombres giran
bajo
un cielo de estaño.
Soñé
que el mundo era
un
redondo espectáculo
envuelto
por el cielo,
con
ciudades y campos
en
paz, con trigo y besos,
con
ríos, montes y anchos
mares
donde navegan
corazones
y barcos.
Pero
el mundo es un patio.
(Un
patio donde giran
los
hombres sin espacio).
A
veces, cuando subo
a
mi ventana, palpo
con
mis ojos la vida
de
luz que voy soñando.
Y
entonces, digo: “El mundo
es
algo más que el patio
y
estas losas terribles
donde
me voy gastando”.
Y
oigo colinas libres,
voces
entre los álamos,
la
charla azul del río
que
ciñe mi cadalso.
“Es
la vida”, me dicen
los
aromas, el canto
rojo
de los jilgueros,
la
música en el vaso
blanco
y azul del día,
la
risa de un muchacho...
Pero
soñar es despierto
(mi
reja es el costado
de
un sueño que
da
al campo).
Amanezco,
y ya todo
–fuera
del sueño– es patio:
un
patio donde giran
los
hombres sin espacio.
¡Hace
ya tantos siglos
que
nací emparedado,
que
me olvidé del mundo,
de
cómo canta el árbol,
de
la pasión que enciende
el
amor en los labios,
de
si hay puertas sin llaves
y
otras manos sin clavos!
Yo
ya creo que todo
–fuera
del sueño– es patio.
(Un
patio bajo un cielo
de
fosa, desgarrado,
que
acuchillan y acotan
muros
y pararrayos).
Ya
ni el sueño me lleva
hacia
mis libres años.
Ya
todo, todo, todo,
–hasta
en el sueño– es patio.
Un
patio donde gira
mi
corazón, clavado;
mi
corazón, desnudo;
mi
corazón, clamando;
mi
corazón, que tiene
la
forma gris de un patio.
(Un
patio donde giran
los
hombres sin descanso).
ALMA NO LLORES
Y
no basta decir: “alma, no llores”,
si
ves a un corazón que va dejando
la
vida entre furiosos desgarrones.
Hay
lágrimas que tienen estatura
de
estrellas indomables
y
es de acero o de roble su ternura.
.
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