LAS BREVES PALABRAS - XXIX

 


EL HOMBRE DIFERENTE

En esta época en la que las palabras “libertad” y “diversidad” se repiten a diario en cualquier medio de comunicación aunque, por lo general, carentes de auténtico significado, predominan como nunca las clasificaciones rígidas y excluyentes, superficiales y esquemáticas. De modo que “lo normal” es pertenecer a un colectivo que identifique “sin lugar a dudas” y determine con rotundidad los “usos y costumbres correspondientes”.

Así, la “libertad” y la “diversidad” están perfectamente controladas y condicionadas para que se integren en las convenciones que representan las costumbres y las pautas morales que se pretenden imponer y se imponen, pues casi siempre prevalece en la sociedad el conformismo y no el sentido crítico. 

¿Qué sucede entonces con todos aquellos “ejemplares raros” que se empecinan en rebelarse, que se oponen a ser clasificados y se niegan a pertenecer al colectivo que los demás les asignan en función de las apariencias y los comportamientos que presuponen desde sus prejuiciosas escalas de valores?

Por ejemplo, ¿qué sucede con un hombre decidido a ejercer su libertad con responsabilidad, su libertad de elegir, de acertar, dudar y equivocarse, de experimentar y cambiar todas las veces que lo considere necesario al margen de los esquemas que le propone la sociedad que todo lo clasifica y etiqueta?

Y me estoy refiriendo a un hombre, porque es habitual reivindicar los derechos de la mujer que, sin duda, ha sido menospreciada y excluida desde siempre sin poder decidir por sí misma, pero no es habitual reivindicar la solitaria lucha frente a la sociedad del “hombre diferente”.

Un hombre al que no le interesa destacar por su condición de macho, sino por su valor como persona independiente pero comprometida con la realidad que le toca vivir. Un hombre que trabaja desde un principio, y con mucho esfuerzo, por conocerse, por ser fiel a su identidad elaborada día a día, por desmarcarse del rol al que debería responder para ser aceptado, para no ser un “raro”. Porque los “raros” inclasificables crean incomodidad e incertidumbre entre los ciudadanos “normales” que los presienten como un peligro que no aciertan a comprender porque, justamente, no los pueden etiquetar. Porque no se corresponden con lo heredado, con lo probado y aprobado, con lo seguro. Con lo que debe ser.

Este hombre diferente, trata de armonizar lo racional con lo emocional; no le teme a los sentimientos y los expresa con espontaneidad; se siente sensible y disfruta de los muchos placeres que esta sensibilidad le proporciona; tiene ideas y opiniones propias que ha elaborado desde la reflexión y no le preocupa responder a los cánones establecidos. Pero no es su propósito ejercer de rebelde, simplemente prefiere ser auténtico y coherente con sus criterios. 

Sobre todo, detesta los tópicos con los que debería identificarse por su condición masculina, por ejemplo: no siente la necesidad de alardear acerca de su virilidad ni de actuar como depredador sexual; no le interesa demostrar su obligada fuerza y temeridad masculina que le permita evidenciar su extraordinaria superproducción de testosterona; le da igual competir para demostrar que siempre se atreve y puede ser el ganador; no le atraen las mujeres que reemplacen a mamá; sabe vivir solo y se organiza perfectamente desde el día en que se independizó de sus padres.  

También sabe que el camino es y será difícil, porque lo ha sido desde siempre. Tendrá que mantenerse firme para defender sus convicciones, pero también para modificarlas y hallar nuevas respuestas que le permitan evitar el conformismo. No le resultará sencillo ser comprendido o encontrar auténticos amigos porque serán muchos los  que criticarán (y envidiarán) su atípica manera de ser. Su vida sentimental, en general, será compleja pero también poco convencional. Las dificultades formarán siempre parte de su opción, los logros profundos también.

La actitud de este hombre diferente responde a una fuerza no premeditada, natural. No pretende ser diferente para llamar la atención o provocar, es como siente y no puede ni quiere ser de otra manera.

Es parte fundamental del cambio que todos necesitamos para crear un mundo mejor.



El personaje que he elegido para destacar hoy nace en Barcelona, España, en 1928, es obispo claretiano, escritor de ensayos y poesías y se llama PEDRO CASALDÁLIGA.


Pedro Casaldáliga


También se lo conoce como “el profeta de la Amazonía”, pues ha dedicado gran parte de su vida a defender los derechos de los indígenas en el Mato Grosso brasileño. Allí vive y predica entre los  indígenas desde 1968, en un remoto pueblo llamado São Félix de Araguaia.

Fundador del Consejo Indigenista de Brasil, logró unificar a las distintas tribus y etnias del Amazonas para defender sus tradiciones culturales y las tierras que les pertenecen ancestralmente, amenazadas por la deforestación y la ambición de los latifundistas.

Pedro Casaldáliga: un hombre comprometido con el cambio que todos necesitamos para crear un mundo mejor.





 
Las poesías de hoy son del poeta y diplomático chileno PABLO NERUDA, nacido en 1904 y fallecido en 1973, Premio Nobel de Literatura 1971.


                                             Pablo Neruda

 


NO TE QUIERO SINO PORQUE TE QUIERO...


No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.

En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.



ODA A LA CASA ABANDONADA

 
Casa, ¡hasta luego!
No
puedo decirte
cuándo
volveremos:
mañana o no mañana,
tarde o mucho más tarde.

Un viaje más, pero
esta vez
yo quiero
decirte
cuánto
amamos
tu corazón de piedra:
¡qué generosa eres
con tu fuego
ferviente
en la cocina
y tu techo
en que cae
desgranada
la lluvia
como si resbalara
la música del cielo!

Ahora
cerramos
tus ventanas
y una opresiva
noche prematura
dejamos instalada
en las habitaciones.

Oscurecida
te quedas viviendo,
mientras
el tiempo te recorre
y la humedad gasta poco a poco tu alma.

A veces una
rata
roe, levantan los papeles
un murmullo
ahogado,
un insecto
perdido
se golpea,
ciego, contra los muros,
y cuando
llueve en la soledad
tal vez
una gotera
suena
con voz humana,
como si allí estuviera
alguien llorando.

Sólo la sombra
sabe
los secretos
de las casas cerradas,
sólo
el viento rechazado
y en el techo la luna que florece.

Ahora,
¡hasta luego, ventana,
puerta, fuego,
agua que hierve, muro!
Hasta luego, hasta luego,
cocina,
hasta cuando
volvamos
y el reloj
sobre la puerta
otra vez continúe palpitando
con su viejo
corazón y sus dos
flechas inútiles
clavadas
en el tiempo.



PLENA MUJER, MANZANA CARNAL, LUNA CALIENTE...


Plena mujer, manzana carnal, luna caliente,
espeso aroma de algas, lodo y luz machacados,
¿qué oscura claridad se abre entre tus columnas?
¿Qué antigua noche el hombre toca con sus sentidos?

Ay, amar es un viaje con agua y con estrellas,
con aire ahogado y bruscas tempestades de harina:
amar es un combate de relámpagos
y dos cuerpos por una sola miel derrotados.

Beso a beso recorro tu pequeño infinito,
tus márgenes, tus ríos, tus pueblos diminutos,
y el fuego genital transformado en delicia

corre por los delgados caminos de la sangre
hasta precipitarse como un clavel nocturno,
hasta ser y no ser sino un rayo en la sombra.




SABRÁS QUE NO TE AMO Y QUE TE AMO...


Sabrás que no te amo y que te amo
puesto que de dos modos es la vida,
la palabra es un ala del silencio,
el fuego tiene una mitad de frío.

Yo te amo para comenzar a amarte,
para recomenzar el infinito
y para no dejar de amarte nunca:
por eso no te amo todavía.

Te amo y no te amo como si tuviera
en mis manos las llaves de la dicha
y un incierto destino desdichado.

Mi amor tiene dos vidas para amarte.
Por eso te amo cuando no te amo
y por eso te amo cuando te amo.



AMOR


Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado, y tenerte
en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasara sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa limpio de todo mal.

¡Cómo sabría amarte, mujer cómo sabría
amarte, amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía
amarte más.
Y todavía
amarte más.



DESNUDA


Desnuda eres tan simple como una de tus manos:
lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente.
Tienes líneas de luna, caminos de manzana.
Desnuda eres delgada como el trigo desnudo.

Desnuda eres azul como la noche en Cuba:
tienes enredaderas y estrellas en el pelo.
Desnuda eres redonda y amarilla
como el verano en una iglesia de oro.

Desnuda eres pequeña como una de tus uñas:
curva, sutil, rosada hasta que nace el día
y te metes en el subterráneo del mundo

como en un largo túnel de trajes y trabajos:
tu claridad se apaga, se viste, se deshoja
y otra vez vuelve a ser una mano desnuda.



POEMA 10 - HEMOS PERDIDO AÚN ESTE CREPÚSCULO...


Hemos perdido aún este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.

He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente en los cerros lejanos.

A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis manos.

Yo te recordaba con el alma apretada
de esa tristeza que tú me conoces.

Entonces, ¿dónde estabas?
¿Entre qué gentes?
¿Diciendo qué palabras?
¿Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?

Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.

Siempre, siempre te alejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.


 
POEMA 15 - ME GUSTAS CUANDO CALLAS PORQUE ESTÁS COMO AUSENTE...


Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.



A continuación podemos escuchar dos versiones del Poema 15:
la de Victor Jara (Chile, 1932 - 1973),



 
y la versión de Mercedes Sosa (Argentina, 1935 - 2009)




  

POEMA 20 - PUEDO ESCRIBIR LOS VERSOS MÁS TRISTES ESTA NOCHE...


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el último dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.




A continuación podemos escuchar también dos versiones del Poema 20:
la de Alberto Cortez (Argentina, 1940),



 
y la versión de Chavela Vargas (Costa Rica, 1919 - México, 2012)







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