CIEN PROGRAMAS
Mis breves palabras de hoy
están motivadas por el número cien, que para la numerología es señal de buena
suerte. Es que precisamente hoy son cien
las veces que me he ubicado frente a este micrófono para hablar, entre 2009 y
2011, de historia del arte e historia de la música, y para opinar acerca de diversos
temas, durante todo 2012, con estas mis
“Breves Palabras”. Todo matizado con
música, poesías y relatos cortos de autores de todas las épocas y todos los
continentes, que he seleccionado siempre con sumo cuidado atendiendo a mis
gustos personales, a las necesidades de los temas de cada programa y al deseo
de difundir las palabras y los sonidos
menos habituales.
Mario Fournier en Fuensalida Radio
Cien han sido las veces que me he interrogado acerca de cómo, de qué manera, con qué material debía componer cada programa, considerando primero los ritmos y matices que dieran interés a cada emisión, sin olvidar en ningún caso el tiempo real disponible.
Cien veces he dudado, cien
veces he rectificado hasta conseguir el guión que me conformara, pues de lo
contrario no hubiese podido expresarlo con seguridad y convicción y,
seguramente, mis palabras no hubiesen logrado su objetivo fundamental que
siempre ha sido y es mi deseo de comunicar y transmitir a los demás para
establecer un diálogo en el tiempo.
Cien veces me he dejado
emocionar por las palabras de los poetas, que han guiado el tono de mi voz y
mis silencios para tratar de representarlos con naturalidad, huyendo siempre de
la declamación grandilocuente habitual en épocas ya superadas.
Cien veces he escuchado
con atención las grabaciones de cada programa para autocriticarme sin
complacencias, buscando siempre mejorar, ajustar y modificar al juzgarme como
un oyente más.
Muchas veces he quedado
bastante satisfecho y muchas otras no tanto. Pero siempre me he exigido mucho y
he intentado conseguir lo mejor posible. Es que si reivindico a través de mis “Breves
palabras” el trabajo comprometido, responsable y bien hecho, debo ser el
primero en actuar de ese modo.
Desde siempre he pensado
que cualquier labor, por más modesta que sea, hay que llevarla a cabo de la
mejor manera posible. Al fin la
satisfacción de la tarea bien hecha es muy gratificante y estimula a continuar perseverando.
No creo en lo fácil, no
creo en el éxito ni en la notoriedad como objetivos. Los reconocimientos y los premios, o todo lo
contrario, son añadidos que no deben condicionar nunca la esencia de los
proyectos. No se escribe, ni se pinta, ni se compone música, ni se enseña,
entre otras muchas actividades artísticas, para ser aplaudido ni para
enriquecerse sino para crear con libertad, con amor, con entusiasmo y de la
mejor manera posible. El éxito puede ser
merecido o puede ser una absoluta casualidad que concluya por
ser autodestructiva.
Cien veces he disfrutado componiendo cada programa, porque
cien veces he contado con la confortable y constante amabilidad de mi compañera
Nuria Rubio, que es una de esas no muy frecuentes personas que se esmeran para
que todo se deslice con buen tono y sin asperezas.
Nuria Rubio en Fuensalida Radio
Mi agradecimiento a
Fuensalida Radio, a Nuria y a los oyentes que palpitan más allá del silencio del
estudio. Para ellos trabajamos.
Las poesías de hoy continúan siendo una selección de las muchas que he leído en este programa.
Cesare Pavese
CESARE
PAVESE, nacido en 1908, se suicidó en 1950 a causa de un desengaño amoroso con tan sólo 42 años.
Profesor
de literatura y traductor al italiano de las principales obras de autores de
habla inglesa como Melville, Faulkner o Joyce, fue desterrado durante un año
por el régimen de Mussolini. Más tarde creó y dirigió su propia editorial a la
que se dedicó hasta su temprana muerte.
LA
CASA
El
hombre solo escucha la voz apacible
con
la mirada entornada, como si una respiración
alentase
sobre su rostro, una respiración amistosa
que
resurge, increíble, del tiempo ya ido.
El
hombre solo escucha la antigua voz
que
sus padres oyeron, en tiempos, clara
y
recogida, una voz que, como el verde
de
los estanques y de los cerros, se oscurece al anochecer.
El
hombre solo conoce una voz de sombra,
acariciante,
que fluye en los sosegados tonos
de
un secreto manantial: la bebe, absorto,
con
los ojos cerrados, y no parece que la tenga a su lado.
Es
la voz que, un día, detuvo al padre
de
su padre y a todos los de su estirpe muerta.
Una
voz de mujer que suena, secreta,
en
el umbral de la casa, cuando caen las sombras.
MANÍA
DE SOLEDAD
Ceno
con frugalidad junto a la clara ventana.
En
la estancia está oscuro y se ve aún en el cielo.
Al
salir a la calle, los caminos tranquilos conducen,
al
cabo de un rato, hasta campo abierto.
Como
y examino el cielo -¡quién sabe cuántas mujeres cenarán a esta hora!- mi cuerpo
está tranquilo;
el
trabajo atolondra mi cuerpo y también las mujeres.
Fuera,
después de cenar, las estrellas vendrán a tocar
la
tierra sobre la ancha llanura. Están vivas las estrellas,
pero
no valen lo que estas cerezas que me como a solas.
Veo
el cielo, pero sé que entre los techos herrumbrosos
brilla
ya alguna luz y que, debajo, se advierten ruidos.
Una
gran bocanada y mi cuerpo degusta la vida
de
plantas y ríos y se siente desprendido de todo.
Basta
un pequeño silencio y todo se para
en
su puesto real, al igual que mi cuerpo se para.
Todas
las cosas quedan aisladas ante mis sentidos,
que
las aceptan sin desconcentrarse: un rumor de silencio.
Todas
las cosas puedo saberlas en la oscuridad
como
sé que mi sangre circula por las venas.
La
llanura es un inmenso flujo de agua entre las hierbas,
una
cena de todas las cosas. Viven inmóviles
guijarros
y plantas. Siento que mis alimentos me nutren
las
venas
con
todas las cosas vivientes de esta llanura.
No
importa la noche. El retazo de cielo
me
susurra todos los fragores y una estrella menuda
se
agita en el vacío, lejos de la comida,
de
las casas, distinta. No se basta a sí misma
y
requiere compañía excesiva. Aquí, solo y a oscuras,
mi
cuerpo está en calma, se siente todo un dueño.
Matsuo Basho
MATSUO
BASHO (1644-1694) es
el más famoso escritor japonés de Haikus, breves reflexiones filosóficas y
poéticas que nos transmiten sensaciones.
Admirable
aquel que ante el
relámpago
no dice: la vida huye…
La luna pasa rápidamente,
las ramas aún sostienen
las gotas de lluvia.
"La luna pasa rapidamente" - Rubén Pecorari - fotografía
Mirar, admirar
hojas verdes, hojas
nacientes
entre la luz solar.
Resignado de corazón
a exponerse al tiempo,
el viento me atraviesa.
Este camino
ya nadie lo recorre
salvo el crepúsculo.
Se oscurece el mar:
gritos de gaviotas,
apenas blancos.
La tempestad de invierno
se escondió entre los
bambúes,
y amainó en silencio.
Un rayo de eternidad
descubro en las hojas
caídas en mi jardín.
De qué árbol florido
no lo sé
pero ¡qué fragancia!
Si Dios está ausente;
sus hojas muertas están
amontonadas,
y todo está desierto.
Los
haikus influyeron en la literatura latinoamericana, apareciendo en la obra de
varios autores.
El
hispano-mexicano JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ DE MENDOZA (1893-1967) escribió:
La gota de agua,
cayendo, cayendo,
se sueña Niágara.
El
mexicano XAVIER VILLAURRUTIA (1903-1950) también escribió:
¿Qué corazón tan avaro
cuenta el metal
de los instantes?
Mientras
que el ecuatoriano JORGE CARRERA ANDRADE (1903-1978) nos dejó en forma de haiku
libre:
Caracol:
la mínima cinta métrica
con que mide el campo
Dios.
El
uruguayo MARIO BENEDETTI (1920-2009) expresó:
Una campana
tan sólo una campana
se opone al viento.
Por
último lo que escribió el argentino JORGE LUIS BORGES:
La vasta noche
no es ahora otra cosa
que una fragancia.
Sobonfu Somé
Continúo leyendo, ahora,
una selección de párrafos del libro “ENSEÑANZAS AFRICANAS SOBRE EL AMOR Y LA
AMISTAD” de la escritora, originaria de Burkina Faso, SOBONFU SOMÉ:
En
el pueblo, la vida se inspira directamente en la tierra, en los árboles, en las
colinas y en los ríos, y el tipo de relación que existe entre el hombre y la
naturaleza influye de manera a la vez directa y sutil en la construcción de la
comunidad y en las relaciones que mantienen las personas.
En
la vida tribal, uno se ve forzado a vivir despacio, experimentar el momento
presente y comunicarse con la tierra y la naturaleza. Uno está obligado a ser
paciente, pues nadie parece encontrar sentido a apresurarse.
En
el poblado están los que llamamos “ancianos”; son los que toman las decisiones.
Cuando surge alguna situación que necesita una respuesta urgente, los ancianos
se reúnen e intentan decidir lo que debe hacerse. No tenemos policía ni ninguna
otra fuerza coercitiva similar; confiamos en el espíritu y en los ancianos para
que se imparta justicia.
Entre
los ancianos, hay un consejo de diez que se ocupa de los ritos y de otras
necesidades del pueblo. Son una especie de comité dentro del grupo más numeroso
de ancianos. Lo que debe entenderse es que los ancianos no sienten ningún deseo
de formar parte de ese consejo, ya que comporta mucho trabajo. Trabajas para
toda la comunidad y no eres una persona poderosa que pueda decidirlo todo. Los
demás pueden acudir a ti a cualquier hora del día en busca de ayuda. Puede que
estés durmiendo cuando alguien llame a tu puerta y tendrás que trabajar. No
tienes elección.
Ese
consejo es elegido por todos los que han pasado por el rito iniciático de los
ancianos. La selección de los miembros se hace de acuerdo con las fuerzas
terrenales básicas del universo en la cosmología dagara. Tenemos cinco
elementos: tierra, agua, mineral, fuego y naturaleza. Cada uno de esos
elementos está representado en el consejo por un hombre y una mujer, de manera
que el consejo está formado por cinco ancianos y cinco ancianas.
El
elemento tierra es responsable de nuestro equilibrio, nuestra identidad y
nuestra capacidad para cuidarnos y apoyarnos mutuamente.
El
agua es paz, concentración, sabiduría y reconciliación.
El
mineral nos ayuda a recordar nuestro propósito y nos da los medios para
comunicarnos y comprender lo que nos dicen los demás.
El
fuego tiene relación con los sueños, sustenta nuestra conexión con el yo y los
ancestros y mantiene vivas nuestras visiones.
La
naturaleza nos ayuda a conservar nuestro verdadero yo y a superar los grandes
cambios y las situaciones de peligro. Va acompañada de la magia y la risa.
En
África, la familia siempre va más allá de padres e hijos. Nunca te referirás a
tu primo llamándolo “primo”, porque sería como insultarlo. Tus primos son tus
hermanos y tus sobrinos son tus hijos. Tus tíos son tus padres y tus tías son
tus madres.
A
los niños también se los anima a llamar madres y padres, hermanas y hermanos a
otras personas que no pertenecen a la familia.
Este
concepto amplio de la familia es realmente útil. Recuerdo que cuando era una
niña podía escoger a un padre distinto cada día, dependiendo de mi estado de
ánimo. Si quería que uno de mis tíos fuera mi padre ese día, no hacía ningún
caso a los otros. Nadie se ofende por eso, ya que se entiende que es una
oportunidad para que el niño decida qué quiere. También permite que un buen
número de personas del poblado lo conozcan y contemplen su espíritu.
En
general, la intimidad es una canción del espíritu que invita a dos personas a
unirse y compartir su espíritu. Es una canción a la que nadie puede resistirse.
La oímos despiertos y dormidos, estando solos o en compañía. No podemos dejar
de oírla.
Toda
relación personal tiene una dimensión espiritual, no importa cómo se ha
establecido o si se reconoce su espiritualidad. Dos personas se unen porque el
espíritu así lo quiere. Lo importante es reconocer que es el espíritu, y no el
individuo, quien guía la relación.
En
nuestras relaciones personales, el espíritu cumple la función de conductor y
las encamina hacia el bien. Su propósito es ayudarnos a ser mejores como
personas y a unirnos de tal manera que mantengamos la conexión no sólo entre
nosotros sino también con el más allá. El espíritu nos ayuda a cumplir el
propósito de nuestra vida y a conservar la cordura.
En
una relación de pareja, los espíritus que albergan las dos personas tienden de
manera natural a unirse. De esa manera, dos espíritus pueden comunicarse y
compartir en el nivel más profundo sin que la mente interfiera. Esa unión
espiritual es un vínculo muy fuerte, sincero y amoroso entre dos personas.
Privar
una relación íntima de su contexto espiritual fomenta la aparición de muchos
peligros. Da lugar a una profunda desconexión entre dos seres humanos, no sólo
a un nivel espiritual, sino también personal.
Las
personas que mantienen una relación únicamente sexual, por ejemplo, se
desconectan por completo de su verdadero ser. Albergan la esperanza de que la
persona con la que tienen la relación les proporcione esa conexión. Lo más
frecuente, sin embargo, es que la otra persona también haya perdido la conexión
consigo misma.
El
resultado son dos personas que están desconectadas no sólo a un nivel
espiritual sino también a un nivel personal. La relación está totalmente
desconectada; no tiene ninguna fuerza que la asiente ni cimientos que la
sostengan.
La
comunidad es el espíritu, la luz que guía a la tribu, gracias a la cual las
personas se unen para cumplir un propósito específico, para ayudar a otros a
cumplir su propósito y para cuidarse unas a otras. El objetivo de la comunidad
es asegurarse de que todos sus miembros son escuchados y hacen entrega de los
dones que han traído a este mundo. Sin esa entrega, la comunidad muere. Y sin
la comunidad, el individuo se queda sin lugar donde hacer su contribución. La
comunidad es ese lugar que nos equilibra y al que las personas acuden para
compartir sus dones y recibir los de los demás.
Si
no tienes comunidad, nadie te escucha, no tienes un lugar donde acudir al que
sientes que realmente perteneces. No tienes quien afirme tu identidad y te
ayude a dar salida a tus dones. Eso debilita la psique de la persona y la hace
vulnerable al consumismo y a todo lo que lo acompaña.
Además,
eso hace que muchas personas con dones extraordinarios, que podrían hacer
contribuciones maravillosas, retengan sus dones, pues no saben dónde
aplicarlos. Y cuando no damos salida a nuestros dones se produce un bloqueo
interior, y ese bloqueo nos afecta espiritual, mental y psicológicamente de
muchas maneras distintas. Carecemos de hogar al que acudir cuando sentimos la
necesidad de que nos vean.
En
el poblado no existen las palabras “gay” o “lesbiana”, pero tenemos la
expresión “guardián de puertas”. Los guardianes de puertas son personas que
viven en el límite entre dos mundos: el mundo del poblado y el mundo del
espíritu. No les gusta comunicar a nadie lo que hacen y están en su derecho de
guardárselo para sí. Todos los habitantes del poblado respetan su secreto
porque sin guardianes de puertas no tendrían acceso a otros mundos.
Los
guardianes de puertas están en el umbral de la división entre ambos sexos. Son
mediadores entre los dos sexos. Se encargan de que reine la paz y el equilibrio
entre las mujeres y los hombres. Si los dos sexos entran en conflicto y todo el
poblado está implicado, los guardianes de puertas serán quienes pongan paz. Los
guardianes de puertas no se decantan. Simplemente, cumplen la función de “la
espada de la verdad y la integridad”.
La
vida de los homosexuales en Occidente en muchos aspectos es una reacción al
rechazo de la sociedad.
En
el poblado no se los considera “los otros”. No se ven forzados a crear una
comunidad separada a fin de sobrevivir. Sus vecinos no los estigmatizan, sino
que los animan a cumplir la función para la que han nacido y a usar sus dones
en beneficio de la comunidad.
Si
la homosexualidad se considera en el poblado de una manera muy distinta a como
se ve en Occidente, en parte se debe a que toda sexualidad tiene una base
espiritual.
En
el poblado, nunca verás a un guardián de puertas ni a ninguna otra persona
haciendo exhibición de su sexualidad o comentando la sexualidad de otros.
Los
guardianes de puertas guardan las llaves que dan acceso a otras dimensiones.
Sin
ellos las puertas al otro mundo estarían cerradas.
Cesáreo Rodríguez-Aguilera
Para concluir este
programa número cien que estamos celebrando, leo “EL MIEDO”, una poesía de CESÁREO
RODRÍGUEZ-AGUILERA, (Jaén 1916 – Barcelona 2006), jurista, político, escritor,
crítico de arte y poeta.
EL MIEDO
El caso es
que siempre estamos
descubriendo
lo que ya sabíamos
o deberíamos saber.
Por ejemplo,
que tengo miedo
porque estoy solo,
y que el miedo es eso,
estar solo después
de haber estado muy
acompañado.
Quiero decir
que necesito algo,
alguien,
dentro de mí,
por todas partes
y a todas horas,
que me habite
y me complete,
que me sostenga
y me empuje.
Es,
no sé cómo decirlo
sencillamente.
Es como
si el castillo de naipes
de mis huesos
necesitara ese algo,
ese alguien,
para no deshacerse.
Y el caso es que,
te lo digo muy en serio,
la cosa iba por ahí
y se veía venir el
derrumbamiento.
Al principio fue
como uno de esos troncos
que sostienen las viejas
paredes.
Más tarde
todo fue cambiando.
Poco a poco
y esto es lo bueno,
hasta que hoy de nuevo
me siento vivo.
Siempre estamos
descubriendo etcétera.
Porque a veces
se puede no estar seguro
de estar vivo.
Y fue entonces,
precisamente,
cuando llegaron
tus bolas de cristal,
las pequeñas conchas de la
playa,
los caramelos sin papel
imitando flores y frutas,
acompañados
de tus debilidades,
de tus audacias.
Es cierto que todo sigue
igual,
sin la más remota
posibilidad de solución.
Pero en cambio,
y eso te lo debo a ti,
ya no tengo miedo.
Grabación del programa “Las
breves palabras – XV”, emitido por Fuensalida Radio el 20 de noviembre de 2012.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario