LAS BREVES PALABRAS - XIV

 


¿QUÉ ES SER NORMAL?

Mis breves palabras de hoy preguntan: ¿Qué es ser normal? Porque cuando escucho “yo soy normal” o “nosotros somos normales”, me estremezco y me asaltan todo tipo de dudas con respecto a quién o quiénes se autodefinen de esa manera tan excluyente. ¿Qué perfectas cualidades o qué derechos singulares los respaldan? ¿Qué define sus normalidades?

¿Son más normales aquellos que se levantan a las siete de la mañana que los que se acuestan a esa misma hora? ¿Será que trabajar por la noche es menos digno? ¿Qué decir de las personas con biorritmos más nocturnos que diurnos? ¿Se debe dudar de sus normalidades y desconfiar de sus comportamientos “fuera de horario”?

En muchos países de Oriente los hombres suelen orinar en cuclillas, mientras que en Occidente lo habitual es hacerlo de pie. ¿Cuáles son más normales? ¿Cuáles orinan “como debe ser”?

Y ya que estoy con ejemplos masculinos, en muchos lugares del planeta los varones usan faldas o túnicas y los amigos van tomados de la mano o se saludan con varios besos, mientras que en otros lugares estas costumbres  son mal vistas. ¿Por qué, quién tiene derecho a juzgarlas negativamente?

Muchas personas consideran que cada etapa de la vida debe corresponderse con un comportamiento apropiado y fijo. De modo que los niños deben ser inquietos, los adolescentes rebeldes, los jóvenes arriesgados, los maduros asentados y los mayores jubilados. Pero con frecuencia, podemos comprobar que los niños son histéricos pero no inquietos; que los adolescentes son absolutamente conformistas; que los jóvenes actúan como jubilados, los adultos como adolescentes y los mayores como jóvenes. ¿Quién puede determinar el grado de “normalidad” de cada caso, considerando sobre todo que cada individuo es único y diferente a los demás?

Y son legión los que viven automáticamente regidos por el calendario, de modo que se vuelven solemnes y memoriosos el día de los muertos, entrañables y familiares en Navidad, festivos y optimistas cuando se inicia otro año, patriotas y religiosos cuando toca, forzosamente divertidos para Carnaval, extrovertidos en verano y grises en invierno. Y se consideran, lógicamente, “normales”, mientras que a los que disienten con ellos los clasifican, también lógicamente, como “raros”.

Y no es demasiado “normal” quien no sabe apreciar las “indiscutibles” virtudes culinarias de la paella en España, el asado de vaca en Argentina, el vodka en Rusia, los quesos en Francia, los perros en China o los saltamontes en Vietnam.

Comer, afeitarse, tener relaciones sexuales, depilarse o cultivar pelos, entrar o salir, dormir, tomarse vacaciones, hablar o callarse, ver la tele, vestirse o desnudarse, limpiar la casa o acumular pelusas, dar besos, ir de compras, sacar al perro, ducharse, rascarse el ombligo, tener fe o ser ateo, todo esto y mucho más “debe ser cuando, como o con quien debe ser” según  la “normalidad” de unos y otros, de aquellos y éstos, de los mejores y los peores, según quien evalúe a quién.

Pero yo siempre me he negado a aceptar tantas necias imposiciones, tantos juicios de valores, tantas convenciones y rutinas, tantos prejuicios y estúpidas obligaciones que impiden que la vida palpite, que la imaginación respire, que la espontaneidad y los auténticos sentimientos se expresen libremente.

Sólo es imprescindible la libertad responsable como principio, el respeto mutuo en vez del juicio descalificador, la aceptación de la diferencia en vez del rechazo intolerante.

¿Qué es la “normalidad” y quién tiene el derecho absoluto para  determinarla?
 


 ¡UFA!

  
 Existir es un principio involuntario;
 ser, ya es un esfuerzo meditado,
 una ardua voluntad de la razón
 o un sentimiento;
 pero ser y tener que parecerlo
 es, ¡ufa!, una obligación idiota.
 Qué  aburrido, qué inútil, qué penoso
 tener que parecer hombre o mujer,
 adulto, adolescente, anciano venerable,
 ejecutivo, artista o funcionario,
 alto, ingenioso, seductor, apasionado,
 simpático, sensato o responsable,
 trabajador o poderoso.
 Qué aburrida la fuerza masculina
 y la fragilidad tan femenina,
 la fresca rebeldía de los jóvenes,
 la vida disipada del artista
 y el amor impecable de las madres.
 Qué bodrio interminable de razones,
 de modas, tradiciones, servidumbres,
 herencias, patria, fe y rutinas
 nos van exterminando poco a poco
 sentimientos, impulsos y emociones,
 ¡ufa!, a costa de tener que ser y parecerlo.


 MARIO FOURNIER






Las poesías de hoy continúan siendo una selección de las muchas que he leído en este programa.



 
 William Shakespeare

Comienzo con WILLIAM SHAKESPEARE (1564 – 1616), genial autor (también actor y director) de obras teatrales tan famosas como “Otelo”, “Macbeth”, “Romeo y Julieta”, “El rey Lear”, “Hamlet”, “Julio César” , “Ricardo III”, “El mercader de Venecia”, “El sueño de una noche de verano” o “La tempestad” (37 obras en total).

De este famoso autor leo el “ SONETO 42”.


No sólo sufro porque la posees,
aunque en verdad la quise con ternura,
más hondo es mi dolor porque eres suyo
y esa pérdida siento más cercana.

Así disculpo vuestra ofensa, amantes:
tú la quieres pues sabes que la quiero,
y ella me engaña por amor de mí,
dejando que mi amigo la haga suya.

Si te pierdo, mi amada te recobra,
si la pierdo, mi amigo es quien la encuentra;
ambos se encuentran y a los dos los pierdo
y por mi amor me imponen esta cruz.

Pero al ser uno solo yo y mi amigo,
¡oh lisonja! Yo soy quien ella quiere.



Konstantino Kavafis

El greco-egipcio KONSTANTINO KAVAFIS, hijo de una rica familia de comerciantes de origen griego, nació en Alejandría en 1863.  Por circunstancias políticas y económicas de su familia, se  educó en Londres y Liverpool, vivió también en Estambul y Atenas y al fin se radicó en Alejandría.

Era un hombre de una gran cultura, que hablaba y leía perfectamente en inglés, francés, italiano y árabe.  Su obra siempre exigente y erudita, apasionada, melancólica y también irónica, fue editada en su totalidad (sólo 154 poemas) en 1935, dos años después de su muerte.  Aunque fue realmente reconocida y difundida años más tarde, hasta el punto de ser considerado como uno de los más importantes poetas del siglo XX.


LA CIUDAD

Dices “Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez. Donde vuelvo mis ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí”.
No hallarás otra tierra ni otra mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios
llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad siempre es la misma. Otra no busques
–no la hay-
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.


 "La ciudad" - Pilar Roríguez Fernández - técnica mixta.



ÍTACA

Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones y a Cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente,
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuando puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes; visita muchas ciudades en Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Más no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Más ninguna otra cosa puede darte.

Aunque pobre la encuentres, no te engañará Ítaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya qué significan las Ítacas.


VUELVE

Vuelve otra vez y tómame,
amada sensación retorna y tómame
cuando la memoria del cuerpo se despierta,
y un antiguo deseo atraviesa la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan,
cuando las manos sienten que aún te tocan.

Vuelve otra vez y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan ...


EL SOL DE LA TARDE

 
Esta habitación, qué bien la conozco.
Han alquilado ahora este cuarto y el de al lado
para oficinas. Toda la casa ha sido
devorada por oficinas, y comercios, y Compañías.

Oh qué familiar es esta habitación.

Una vez aquí junto a la puerta hubo un sofá,
y delante de él una pequeña alfombra turca;
y luego el anaquel con dos floreros amarillos.
Y a la derecha; no, frente a ellos, un armario de espejo.
Y aquí, en el centro, la mesa donde él se sentaba a escribir
y alrededor de ella tres sillas de mimbre.
Y junto a la ventana el lecho
en que tan a menudo nos amábamos.

Aquellos viejos muebles deben andar por alguna parte.

Y junto a la ventana el lecho;
el sol de la tarde llegaba hasta el centro de la cama.

...A las cuatro de una tarde nos separamos,
por una semana solamente... Jamás
pensé que duraría para siempre.



 
"El sol de la tarde" - Pilar Rodríguez Fernández - tinta sobre papel.



VOLUPTUOSIDAD

La delicia y el perfume de mi vida es la memoria de esas horas
en que encontré y retuve el placer tal como lo deseaba.
Delicias y perfumes de mi vida, para mí que odié
los goces y los amores rutinarios.


EL OLVIDO

Encerradas en un invernadero,
bajo el cristal, las flores olvidan
que la luz del sol existe
y como temblaban bajo el rocío.


ESPERANDO A LOS BÁRBAROS

¿Qué esperamos agrupados en el foro?

Hoy llegan los bárbaros.

¿Por qué inactivo está el Senado
e inmóviles los senadores no legislan?

Porque hoy llegan los bárbaros.

¿Qué leyes votarán los senadores?

Cuando los bárbaros lleguen darán la ley.

¿Por qué nuestro emperador dejo su lecho al alba,
y en la puerta mayor espera ahora sentado 
en su alto trono, coronado y solemne?

Porque hoy llegan los bárbaros.
Nuestro emperador aguarda para recibir 
a su jefe. Al que hará entrega 
de un largo pergamino. En él 
escritas hay muchas dignidades y títulos.

¿Por qué nuestros dos cónsules y los pretores visten
sus rojas togas, de finos brocados;
y lucen brazaletes de amatistas,
y refulgentes anillos de esmeraldas espléndidas?
¿Por qué ostentan bastones maravillosamente cincelados
en oro y plata, signos de su poder?

Porque hoy llegan los bárbaros; 
y todas esas cosas deslumbran a los bárbaros.

¿Por qué no acuden como siempre nuestros ilustres
oradores a brindarnos el chorro feliz de su elocuencia?.
Porque hoy llegan los bárbaros
que odian la retórica y los largos discursos.

¿Por qué de pronto esa inquietud
y movimiento? (Cuánta gravedad en los rostros.)
¿Por qué vacía la multitud calles y plazas,
y sombría regresa a sus moradas?

Porque la noche cae y no llegan los bárbaros.
Y gente venida desde la frontera
afirma que ya no hay bárbaros.

¿Y qué será ahora de nosotros sin bárbaros?
Quizás ellos fueran una solución después de todo. 



MURALLAS




Sin consideración, sin piedad, sin pudor
en torno mío han levantado altas y sólidas murallas.

Y ahora permanezco aquí en mi soledad.
Meditando en mi destino: la suerte roe mi espíritu;

tanto como tenía que hacer.
Cómo no advertí que levantaban esos muros.

No escuché trabajar a los obreros ni sus voces.
Silenciosamente me tapiaron el mundo.




  "Murallas" - Pilar Rodríguez Fernández - técnica mixta.



 Fernando Pessoa

El escritor portugués FERNANDO PESSOA nació en Lisboa en 1888 y falleció en la misma ciudad en 1935.
Una peculiaridad en la creación de Pessoa es su desdoblamiento en varios escritores, sus heterónimos, a los que creó para poder expresarse en diversos registros que él llamó “poder de despersonalización dramática” cuando firmó como Alberto Caeiro;  “disciplina mental” cuando fue Ricardo Reis;  y “toda la emoción que no debo ni a mí ni a mi vida” cuando se identificó como Álvaro de Campos.
O sea que Fernando Pessoa era él mismo más tres autores con nombres inventados, que también eran él.
Ahora voy a leer un fragmento de “EL GUARDADOR DE REBAÑOS” (1911-12) firmado por Pessoa con el pseudónimo de Alberto Caeiro.


Mi mirada es nítida como un girasol.
Tengo la costumbre de ir por los caminos
mirando a la derecha y a la izquierda,
y de vez en cuando mirando para atrás...
Y lo que veo a cada instante
es lo que nunca había visto antes,
y me doy cuenta muy bien de ello...
Sé sentir el pasmo esencial
que siente un niño si, al nacer,
de veras reparase en que nacía...
Me siento nacido a cada instante
a la eterna novedad del Mundo...
Creo en el mundo como en una margarita
porque lo veo. Pero no pienso en él
porque pensar es no comprender...
El mundo no se ha hecho para que pensemos en él
(pensar es estar enfermo de los ojos),
sino para que lo miremos y estemos de acuerdo...
Yo no tengo filosofía, tengo sentidos...
Si hablo de la naturaleza, no es porque sepa lo que es,
sino porque la amo, y la amo por eso,
porque quien ama nunca sabe lo que ama
ni sabe por qué ama, ni lo que es amar...

Amar es la eterna inocencia,
y la única inocencia es no pensar...



 "El guardador de rebaños" - María del Mar García-Largo - acuarela sobre papel.





 Bertolt Brecht


Ahora voy a leer poesías del dramaturgo, poeta, director de teatro y actor BERTOLT BRECHT, que nace en 1898 y fallece a los 58 años en 1956.
Brecht pensaba que el teatro podía modificar el mundo. De modo que su llamado teatro épico buscaba provocar la conciencia crítica de los espectadores para que con distanciamiento, para evitar sentimentalismos, sacaran conclusiones acerca de la realidad moral, social y política de su época.
“La ópera de los 3 centavos”, con música de Kurt Weill, “Madre Coraje y sus hijos”, “El círculo de tiza caucasiano” o “La vida de Galileo”, entre otras obras, han ejercido gran influencia entre sus contemporáneos y aún siguen influyendo en la actualidad.


       RECUERDO DE MARÍA A.

Fue un día del azul septiembre cuando,
bajo la sombra de un ciruelo joven,
tuve a mi pálido amor entre los brazos,
como se tiene un sueño calmo y dulce.
Y en el hermoso cielo de verano,
sobre nosotros, contemplé una nube.
Era una nube altísima, muy blanca.
Cuando volví a mirarla, ya no estaba.

Pasaron, desde entonces, muchas lunas
navegando despacio por el cielo.
A los ciruelos les llegó la tala.
Me preguntas: “¿Qué fue de aquel amor?”
Debo decirte que ya no lo recuerdo,
y, sin embargo, entiendo lo que dices.
Pero ya no me acuerdo de su cara
y sólo sé que, un día, la besé.

Y hasta el beso lo habría ya olvidado
de no haber sido por aquella nube.
No la he olvidado. No la olvidaré:
era muy blanca y alta, y descendía.

Acaso aún florezcan los ciruelos
y mi amor tenga ahora siete hijos.
Pero la nube sólo floreció un instante:
cuando volví a mirar, ya se había hecho viento.


LAS MULETAS

Durante siete años no pude dar un paso.
Cuando fui al gran médico,
me preguntó: “¿Por qué llevas muletas?”
y yo le dije: “Porque estoy tullido”.

“No es extraño”, me dijo.
“Prueba a caminar. Son esos trastos
los que te impiden andar.
¡Anda, atrévete, arrástrate a cuatro patas!”

Riendo como un monstruo,
me quitó mis hermosas muletas,
las rompió en mis espaldas y, sin dejar de reír,
las arrojó al fuego.

Ahora estoy curado. Ando.
Me curó una carcajada.
Tan sólo a veces, cuando veo palos,
camino algo peor por unas horas.


DE TODOS LOS OBJETOS

De todos los objetos, los que más amo
son los usados.
Las vasijas de cobre con abolladuras y bordes aplastados,
los cuchillos y tenedores cuyos mangos de madera
han sido cogidos por muchas manos. Estas son las formas
que me parecen más nobles. Esas losas en torno a
viejas casas,
desgastadas de haber sido pisadas tantas veces,
esas losas entre las que crece la hierba, me parecen
objetos felices.

Impregnados por el uso de muchos,
a menudo transformados, han ido perfeccionando sus
formas y se han hecho preciosos
porque han sido apreciados muchas veces.
Me gustan incluso los fragmentos de esculturas
con los brazos cortados. Vivieron
también para mí. Cayeron porque fueron trasladadas;
si las derribaron, fue porque no estaban muy altas.
Las construcciones casi en ruinas
parecen todavía proyectos sin acabar,
grandiosos; sus bellas medidas
pueden ya imaginarse, pero aún necesitan
de nuestra comprensión. Y, además,
ya sirvieron, ya fueron superadas incluso. Todas estas cosas
me hacen feliz.


EL CAMBIO DE RUEDA

Estoy sentado al borde de la carretera,
el conductor cambia la rueda.
No me gusta el lugar de donde vengo.
No me gusta el lugar adonde voy.
¿Por qué miro el cambio de rueda
con impaciencia?




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