¿QUÉ ES SER NORMAL?
Mis breves palabras de hoy
preguntan: ¿Qué es ser normal?
Porque cuando escucho “yo soy normal” o “nosotros somos normales”, me
estremezco y me asaltan todo tipo de dudas con respecto a quién o quiénes se
autodefinen de esa manera tan excluyente. ¿Qué perfectas cualidades o qué
derechos singulares los respaldan? ¿Qué define sus normalidades?
¿Son más normales aquellos
que se levantan a las siete de la mañana que los que se acuestan a esa misma
hora? ¿Será que trabajar por la noche es menos digno? ¿Qué decir de las
personas con biorritmos más nocturnos que diurnos? ¿Se debe dudar de sus
normalidades y desconfiar de sus comportamientos “fuera de horario”?
En muchos países de
Oriente los hombres suelen orinar en cuclillas, mientras que en Occidente lo
habitual es hacerlo de pie. ¿Cuáles son más normales? ¿Cuáles orinan “como debe
ser”?
Y ya que estoy con
ejemplos masculinos, en muchos lugares del planeta los varones usan faldas o
túnicas y los amigos van tomados de la mano o se saludan con varios besos,
mientras que en otros lugares estas costumbres son mal vistas. ¿Por qué, quién tiene derecho
a juzgarlas negativamente?
Muchas personas consideran
que cada etapa de la vida debe corresponderse con un comportamiento apropiado y
fijo. De modo que los niños deben ser inquietos, los adolescentes rebeldes, los
jóvenes arriesgados, los maduros asentados y los mayores jubilados. Pero con
frecuencia, podemos comprobar que los niños son histéricos pero no inquietos;
que los adolescentes son absolutamente conformistas; que los jóvenes actúan
como jubilados, los adultos como adolescentes y los mayores como jóvenes. ¿Quién
puede determinar el grado de “normalidad” de cada caso, considerando sobre todo que cada
individuo es único y diferente a los demás?
Y son legión los que viven
automáticamente regidos por el calendario, de modo que se vuelven solemnes y memoriosos
el día de los muertos, entrañables y familiares en Navidad, festivos y
optimistas cuando se inicia otro año, patriotas y religiosos cuando toca,
forzosamente divertidos para Carnaval, extrovertidos en verano y grises en
invierno. Y se consideran, lógicamente, “normales”, mientras que a los que
disienten con ellos los clasifican, también lógicamente, como “raros”.
Y no es demasiado “normal”
quien no sabe apreciar las “indiscutibles” virtudes culinarias de la paella en
España, el asado de vaca en Argentina, el vodka en Rusia, los quesos en
Francia, los perros en China o los saltamontes en Vietnam.
Comer, afeitarse, tener
relaciones sexuales, depilarse o cultivar pelos, entrar o salir, dormir,
tomarse vacaciones, hablar o callarse, ver la tele, vestirse o desnudarse,
limpiar la casa o acumular pelusas, dar besos, ir de compras, sacar al perro,
ducharse, rascarse el ombligo, tener fe o ser ateo, todo esto y mucho más “debe
ser cuando, como o con quien debe ser” según la “normalidad” de unos y otros, de aquellos y éstos, de los mejores y los peores, según quien evalúe a quién.
Pero yo siempre me he
negado a aceptar tantas necias imposiciones, tantos juicios de valores, tantas
convenciones y rutinas, tantos prejuicios y estúpidas obligaciones que impiden
que la vida palpite, que la imaginación respire, que la espontaneidad y los auténticos
sentimientos se expresen libremente.
Sólo es imprescindible la
libertad responsable como principio, el respeto mutuo en vez del juicio
descalificador, la aceptación de la diferencia en vez del rechazo intolerante.
¿Qué es la “normalidad” y
quién tiene el derecho absoluto para determinarla?
¡UFA!
Existir es un principio involuntario;
ser, ya es un esfuerzo meditado,
una ardua voluntad de la razón
o un sentimiento;
pero ser y tener que parecerlo
es, ¡ufa!, una obligación idiota.
Qué
aburrido, qué inútil, qué penoso
tener que parecer hombre o mujer,
adulto, adolescente, anciano venerable,
ejecutivo, artista o funcionario,
alto, ingenioso, seductor, apasionado,
simpático, sensato o responsable,
trabajador o poderoso.
Qué aburrida la fuerza masculina
y la fragilidad tan femenina,
la fresca rebeldía de los jóvenes,
la vida disipada del artista
y el amor impecable de las madres.
Qué bodrio interminable de razones,
de modas, tradiciones, servidumbres,
herencias, patria, fe y rutinas
nos van exterminando poco a poco
sentimientos, impulsos y emociones,
¡ufa!, a costa de tener que ser y parecerlo.
MARIO
FOURNIER
Las poesías de hoy continúan siendo una selección de las muchas que he leído en este programa.
William Shakespeare
Comienzo con WILLIAM
SHAKESPEARE (1564 – 1616), genial autor (también actor y director) de obras
teatrales tan famosas como “Otelo”, “Macbeth”, “Romeo y Julieta”, “El rey
Lear”, “Hamlet”, “Julio César” , “Ricardo III”, “El mercader de Venecia”, “El
sueño de una noche de verano” o “La tempestad” (37 obras en total).
De este famoso autor leo
el “ SONETO 42”.
No
sólo sufro porque la posees,
aunque
en verdad la quise con ternura,
más
hondo es mi dolor porque eres suyo
y
esa pérdida siento más cercana.
Así
disculpo vuestra ofensa, amantes:
tú
la quieres pues sabes que la quiero,
y
ella me engaña por amor de mí,
dejando
que mi amigo la haga suya.
Si
te pierdo, mi amada te recobra,
si
la pierdo, mi amigo es quien la encuentra;
ambos
se encuentran y a los dos los pierdo
y
por mi amor me imponen esta cruz.
Pero
al ser uno solo yo y mi amigo,
¡oh
lisonja! Yo soy quien ella quiere.
Konstantino Kavafis
El
greco-egipcio KONSTANTINO KAVAFIS, hijo de una rica familia de comerciantes de
origen griego, nació en Alejandría en 1863.
Por circunstancias políticas y económicas de su familia, se educó en Londres y Liverpool, vivió también
en Estambul y Atenas y al fin se radicó en Alejandría.
Era
un hombre de una gran cultura, que hablaba y leía perfectamente en inglés,
francés, italiano y árabe. Su obra
siempre exigente y erudita, apasionada, melancólica y también irónica, fue
editada en su totalidad (sólo 154 poemas) en 1935, dos años después de su
muerte. Aunque fue realmente reconocida
y difundida años más tarde, hasta el punto de ser considerado como uno de los
más importantes poetas del siglo XX.
LA
CIUDAD
Dices
“Iré a otra tierra, hacia otro mar
y
una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues
cada esfuerzo mío está aquí condenado,
y
muere mi corazón
lo
mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez. Donde vuelvo mis ojos
sólo veo
las
oscuras ruinas de mi vida
y
los muchos años que aquí pasé o destruí”.
No
hallarás otra tierra ni otra mar.
La
ciudad irá en ti siempre. Volverás
a
las mismas calles. Y en los mismos suburbios
llegará
tu vejez;
en
la misma casa encanecerás.
Pues
la ciudad siempre es la misma. Otra no busques
–no la hay-
ni
caminos ni barco para ti.
La
vida que aquí perdiste
la
has destruido en toda la tierra.
"La ciudad" - Pilar Roríguez Fernández - técnica mixta.
ÍTACA
Si
vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide
que tu camino sea largo,
rico
en experiencias, en conocimiento.
A
Lestrigones y a Cíclopes,
o
al airado Poseidón nunca temas,
no
hallarás tales seres en tu ruta
si
alto es tu pensamiento y limpia
la
emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A
Lestrigones y a Cíclopes,
ni
al fiero Poseidón hallarás nunca,
si
no los llevas dentro de tu alma,
si
no es tu alma quien ante ti los pone.
Pide
que tu camino sea largo.
Que
numerosas sean las mañanas de verano
en
que con placer, felizmente,
arribes
a bahías nunca vistas;
detente
en los emporios de Fenicia
y
adquiere hermosas mercancías,
madreperla
y coral, y ámbar y ébano,
perfumes
deliciosos y diversos,
cuando
puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes; visita muchas ciudades en
Egipto
y
con avidez aprende de sus sabios.
Ten
siempre a Ítaca en la memoria.
Llegar
allí es tu meta.
Más
no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y
en tu vejez arribes a la isla
con
cuanto hayas ganado en el camino,
sin
esperar que Ítaca te enriquezca.
Ítaca
te regaló un hermoso viaje.
Sin
ella el camino no hubieras emprendido.
Más
ninguna otra cosa puede darte.
Aunque
pobre la encuentres, no te engañará Ítaca.
Rico
en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes
ya qué significan las Ítacas.
VUELVE
Vuelve
otra vez y tómame,
amada
sensación retorna y tómame
cuando
la memoria del cuerpo se despierta,
y un antiguo deseo atraviesa la sangre;
cuando
los labios y la piel recuerdan,
cuando
las manos sienten que aún te tocan.
Vuelve
otra vez y tómame en la noche,
cuando
los labios y la piel recuerdan ...
EL SOL DE LA TARDE
Esta
habitación, qué bien la conozco.
Han alquilado ahora este cuarto y el de al lado
para oficinas. Toda la casa ha sido
devorada por oficinas, y comercios, y Compañías.
Oh qué familiar es esta habitación.
Una vez aquí junto a la puerta hubo un sofá,
y delante de él una pequeña alfombra turca;
y luego el anaquel con dos floreros amarillos.
Y a la derecha; no, frente a ellos, un armario de espejo.
Y aquí, en el centro, la mesa donde él se sentaba a escribir
y alrededor de ella tres sillas de mimbre.
Y junto a la ventana el lecho
en que tan a menudo nos amábamos.
Aquellos viejos muebles deben andar por alguna parte.
Y junto a la ventana el lecho;
el sol de la tarde llegaba hasta el centro de la cama.
...A las cuatro de una tarde nos separamos,
por una semana solamente... Jamás
pensé que duraría para siempre.
Han alquilado ahora este cuarto y el de al lado
para oficinas. Toda la casa ha sido
devorada por oficinas, y comercios, y Compañías.
Oh qué familiar es esta habitación.
Una vez aquí junto a la puerta hubo un sofá,
y delante de él una pequeña alfombra turca;
y luego el anaquel con dos floreros amarillos.
Y a la derecha; no, frente a ellos, un armario de espejo.
Y aquí, en el centro, la mesa donde él se sentaba a escribir
y alrededor de ella tres sillas de mimbre.
Y junto a la ventana el lecho
en que tan a menudo nos amábamos.
Aquellos viejos muebles deben andar por alguna parte.
Y junto a la ventana el lecho;
el sol de la tarde llegaba hasta el centro de la cama.
...A las cuatro de una tarde nos separamos,
por una semana solamente... Jamás
pensé que duraría para siempre.
"El sol de la tarde" - Pilar Rodríguez Fernández - tinta sobre papel.
VOLUPTUOSIDAD
La
delicia y el
perfume de mi vida es la memoria de esas horas
en
que encontré y retuve el placer tal como lo deseaba.
Delicias
y perfumes
de mi vida, para mí que odié
los
goces y los
amores rutinarios.
EL
OLVIDO
Encerradas
en un invernadero,
bajo
el cristal, las flores olvidan
que
la luz del sol existe
y como temblaban bajo el rocío.
ESPERANDO
A LOS BÁRBAROS
¿Qué esperamos agrupados en el foro?
Hoy llegan los bárbaros.
¿Por qué inactivo está el Senado
e inmóviles los senadores no legislan?
Porque hoy llegan los bárbaros.
¿Qué leyes votarán los senadores?
Cuando los bárbaros lleguen darán la ley.
¿Por qué nuestro emperador dejo su lecho al alba,
y en la puerta mayor espera ahora sentado
en su alto trono, coronado y solemne?
Porque hoy llegan los bárbaros.
Nuestro emperador aguarda para recibir
a su jefe. Al que hará entrega
de un largo pergamino. En él
escritas hay muchas dignidades y títulos.
¿Por qué nuestros dos cónsules y los pretores visten
sus rojas togas, de finos brocados;
y lucen brazaletes de amatistas,
y refulgentes anillos de esmeraldas espléndidas?
¿Por qué ostentan bastones maravillosamente cincelados
en oro y plata, signos de su poder?
Porque hoy llegan los bárbaros;
y todas esas cosas deslumbran a los bárbaros.
¿Por qué no acuden como siempre nuestros ilustres
oradores a brindarnos el chorro feliz de su
elocuencia?.
Porque hoy llegan los bárbaros
que odian la retórica y los largos discursos.
¿Por qué de pronto esa inquietud
y movimiento? (Cuánta gravedad en los rostros.)
¿Por qué vacía la multitud calles y plazas,
y sombría regresa a sus moradas?
Porque la noche cae y no llegan los bárbaros.
Y gente venida desde la frontera
afirma que ya no hay bárbaros.
¿Y qué será ahora de nosotros sin bárbaros?
Quizás ellos fueran una solución después de todo.
Sin consideración, sin piedad, sin pudor
MURALLAS
Sin consideración, sin piedad, sin pudor
en
torno mío han levantado altas y sólidas murallas.
Y ahora permanezco aquí en mi soledad.
Meditando
en mi destino: la suerte roe mi espíritu;
tanto
como tenía que hacer.
Cómo
no advertí que levantaban esos muros.
No
escuché trabajar a los obreros ni sus voces.
Silenciosamente
me tapiaron el mundo.
"Murallas" - Pilar Rodríguez Fernández - técnica mixta.
Fernando Pessoa
El
escritor portugués FERNANDO PESSOA nació en Lisboa en 1888 y falleció en la
misma ciudad en 1935.
Una
peculiaridad en la creación de Pessoa es su desdoblamiento en varios
escritores, sus heterónimos, a los que creó para poder expresarse en diversos
registros que él llamó “poder de despersonalización dramática” cuando firmó
como Alberto Caeiro; “disciplina mental”
cuando fue Ricardo Reis; y “toda la
emoción que no debo ni a mí ni a mi vida” cuando se identificó como Álvaro de
Campos.
O
sea que Fernando Pessoa era él mismo más tres autores con nombres inventados,
que también eran él.
Ahora
voy a leer un fragmento de “EL GUARDADOR DE REBAÑOS” (1911-12) firmado por
Pessoa con el pseudónimo de Alberto Caeiro.
Mi mirada es nítida como un girasol.
Tengo la costumbre de ir por los caminos
mirando a la derecha y a la izquierda,
y de vez en cuando mirando para atrás...
Y lo que veo a cada instante
es lo que nunca había visto antes,
y me doy cuenta muy bien de ello...
Sé sentir el pasmo esencial
que siente un niño si, al nacer,
de veras reparase en que nacía...
Me siento nacido a cada instante
a la eterna novedad del Mundo...
Tengo la costumbre de ir por los caminos
mirando a la derecha y a la izquierda,
y de vez en cuando mirando para atrás...
Y lo que veo a cada instante
es lo que nunca había visto antes,
y me doy cuenta muy bien de ello...
Sé sentir el pasmo esencial
que siente un niño si, al nacer,
de veras reparase en que nacía...
Me siento nacido a cada instante
a la eterna novedad del Mundo...
Creo en el mundo como en una margarita
porque lo veo. Pero no pienso en él
porque pensar es no comprender...
El mundo no se ha hecho para que pensemos en él
(pensar es estar enfermo de los ojos),
sino para que lo miremos y estemos de acuerdo...
porque lo veo. Pero no pienso en él
porque pensar es no comprender...
El mundo no se ha hecho para que pensemos en él
(pensar es estar enfermo de los ojos),
sino para que lo miremos y estemos de acuerdo...
Yo
no tengo filosofía, tengo sentidos...
Si hablo de la naturaleza, no es porque sepa lo que es,
sino porque la amo, y la amo por eso,
porque quien ama nunca sabe lo que ama
ni sabe por qué ama, ni lo que es amar...
Si hablo de la naturaleza, no es porque sepa lo que es,
sino porque la amo, y la amo por eso,
porque quien ama nunca sabe lo que ama
ni sabe por qué ama, ni lo que es amar...
Amar es la eterna inocencia,
y la única inocencia es no pensar...
"El guardador de rebaños" - María del Mar García-Largo - acuarela sobre papel.
Bertolt Brecht
Ahora
voy a leer poesías del dramaturgo, poeta, director de teatro y actor BERTOLT
BRECHT, que nace en 1898 y fallece a los 58 años en 1956.
Brecht
pensaba que el teatro podía modificar el mundo. De modo que su llamado teatro
épico buscaba provocar la conciencia crítica de los espectadores para que con
distanciamiento, para evitar sentimentalismos, sacaran conclusiones acerca de
la realidad moral, social y política de su época.
“La
ópera de los 3 centavos”, con música de Kurt Weill, “Madre Coraje y sus hijos”,
“El círculo de tiza caucasiano” o “La vida de Galileo”, entre otras obras, han
ejercido gran influencia entre sus contemporáneos y aún siguen influyendo en la
actualidad.
RECUERDO DE
MARÍA A.
Fue un día del azul septiembre cuando,
bajo la sombra de un ciruelo joven,
tuve a mi pálido amor entre los brazos,
como se tiene un sueño calmo y dulce.
Y en
el hermoso cielo de verano,
sobre nosotros, contemplé una nube.
Era una nube altísima, muy blanca.
Cuando volví a mirarla, ya no estaba.
Pasaron, desde entonces, muchas lunas
navegando despacio por el cielo.
A los ciruelos les llegó la tala.
Me preguntas: “¿Qué fue de aquel amor?”
Debo decirte que ya no lo recuerdo,
y, sin embargo, entiendo lo que dices.
Pero ya no me acuerdo de su cara
y sólo sé que, un día, la besé.
Y hasta el beso lo habría ya olvidado
de no haber sido por aquella nube.
No la he olvidado. No la olvidaré:
era muy blanca y alta, y descendía.
Acaso aún florezcan los ciruelos
y mi amor tenga ahora siete hijos.
Pero la nube sólo floreció un instante:
cuando volví a mirar, ya se había hecho
viento.
LAS MULETAS
Durante siete años no pude dar un paso.
Cuando fui al gran médico,
me preguntó: “¿Por qué llevas muletas?”
y yo le dije: “Porque estoy tullido”.
“No es extraño”, me dijo.
“Prueba a caminar. Son esos trastos
los que te impiden andar.
¡Anda, atrévete, arrástrate a cuatro
patas!”
Riendo como un monstruo,
me quitó mis hermosas muletas,
las rompió en mis espaldas y, sin dejar
de reír,
las arrojó al fuego.
Ahora estoy curado. Ando.
Me curó una carcajada.
Tan sólo a veces, cuando veo palos,
camino algo peor por unas horas.
DE TODOS LOS OBJETOS
De
todos los objetos, los que más amo
son
los usados.
Las
vasijas de cobre con abolladuras y bordes aplastados,
los
cuchillos y tenedores cuyos mangos de madera
han
sido cogidos por muchas manos. Estas son las formas
que
me parecen más nobles. Esas losas en torno a
viejas casas,
desgastadas
de haber sido pisadas tantas veces,
esas
losas entre las que crece la hierba, me parecen
objetos
felices.
Impregnados
por el uso de muchos,
a
menudo transformados, han ido perfeccionando sus
formas
y se han hecho preciosos
porque
han sido apreciados muchas veces.
Me
gustan incluso los fragmentos de esculturas
con
los brazos cortados. Vivieron
también
para mí. Cayeron porque fueron trasladadas;
si
las derribaron, fue porque no estaban muy altas.
Las
construcciones casi en ruinas
parecen
todavía proyectos sin acabar,
grandiosos;
sus bellas medidas
pueden
ya imaginarse, pero aún necesitan
de
nuestra comprensión. Y, además,
ya
sirvieron, ya fueron superadas incluso. Todas estas cosas
me
hacen feliz.
EL CAMBIO DE
RUEDA
Estoy sentado al borde de la carretera,
el conductor cambia la rueda.
No me gusta el lugar de donde vengo.
No me gusta el lugar adonde voy.
¿Por qué miro el cambio de rueda
con
impaciencia?
.
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